4.6.07

del mail al podcast: nuevas tecnologías para una nueva industria

Hace algunos años surgió en el mundo de los eventos una moda pasajera: a alguien se le ocurrió que sería una buena idea realizar expos virtuales. Para quien no sepa de qué se trata esto, va la explicación: previo a una expo, se subía a un dominio el plano del piso de exhibición. Cada uno de los stands en el mapa era un link a los productos que ahí se exponían, o a la página de la empresa que lo había comprado, de modo que el asistente virtual podía conocer casi con exactitud lo que encontraría en la expo física antes de visitarla. La página seguía arriba durante el evento, y, sobre todo, después del mismo, a modo de continuidad para la expo. Esta idea de las expos virtuales, que bien pudo haber detonado eventos que fueran reafirmándose y vendiéndose de manera continua, decayó por una razón muy sencilla: muchos organizadores, en vez de ver esta herramienta como un complemento de la expo, la tomaron como competencia caníbal de la misma. Aunque al día de hoy todavía existen expos virtuales (sobre todo en países de Estados Unidos y Europa), la práctica ha caído en desuso en México.

Las nuevas herramientas de comunicación virtual son un tema que ha venido a replantear casi todos los aspectos de la vida social del ser humano, no sólo por sus inmensas posibilidades, sino porque, normalmente, se generan tan rápido, que nos es cada vez más difícil entender para qué funcionan, o, en todo caso, cómo podemos utilizarlas. Dicha alfabetización de uso se complica más en el mundo profesional y de negocios: sencillamente, es demasiado arriesgado darle una oportunidad a una herramienta cuyo funcionamiento muchas veces ni siquiera entendemos del todo. Para muestra, basta un botón: a pesar de que las herramientas de comunicación virtual se han multiplicado de manera exponencial, la mayor parte de las empresas y negocios del país (y del mundo) se han quedado en tener un portal web de su producto, o, cuando más, un foro de discusión o un centro de atención on line. La existencia de blogs, podcasts, webcasts, twitter, you tube, y muchas otras herramientas y servicios más, ha quedado completamente relegada, o por falta de conocimiento sobre las mismas, o porque se perciben como no necesarias.

En muchas industrias esto queda justificado. Sin embargo, el turismo de negocios tiene en estas nuevas tecnologías de comunicación virtual un reto por asumir. Es decir: a menos que la industria aprenda a complementarse con estas nuevas herramientas, es muy probable que en pocos años el turismo de negocios se pierda de grandes oportunidades de crecimiento.

Vamos por partes. Es cierto que hoy día el uso de estas nuevas tecnologías no parece demasiado necesario para la industria. Tomando en cuenta que el promedio de edad en la industria debe estar entre los 30 y 50 años, no queda duda por qué. Si bien la gente dentro de este rango usa cada vez más la web (por lo menos en Estados Unidos), es claro que, normalmente, no lo utilizan para transmitir contenidos ni para producirlos, sino como meros receptores, lectores de mail o navegadores. Nada más. Entre los 30 y los 50 es poca la gente que bloguea o podcastea o webcastea.

Si usted entra en este rango, le apuesto que no habrá entendido del todo los verbos que acabo de usar; pero le apuesto que para su hijo o sobrino de 15, estas palabras resultarán más que familiares. Esa es la diferencia entre un consumidor y un usuario: mientras alguien de 40 (casi en todos los casos, consumidor) Internet se trata de “poder ver lo que está pasando en China”, para alguien de 15 (a cuya generación muchos han llamado la Generación You Tube) Internet se trata de, precisamente, bloguear, webcastear, podcastear, chatear, subir fotos a hi5… no se trata de “ver lo que pasa en China”, sino de que tanto el amigo de la casa de enfrente, como el amigo que han hecho en China mientras juegan X-box, puedan leer sobre lo que les pasó en la escuela.

Lo que quiero decir es que el modo de entender las nuevas herramientas de comunicación es completamente distinto. Lo que para los hombres de negocios de hoy es suficiente (sitios web corporativos y newsletters), resultará aburrido para las generaciones que sean consumidores y competidores dentro de quince años, o incluso menos. El modo de acercarse a estas generaciones, el éxito en la promoción de todo tipo de producto y servicio, dependerá de manera directa de la capacidad que los vendedores tengan para entender estas nuevas herramientas como complemento, y no como competencia.

Por otro lado, lo cierto es que usar estas herramientas de modo inteligente puede ser sumamente útil para una industria como el turismo de negocios, que tiene una fuerte necesidad de hacer promoción bien dirigida. Pensar por ejemplo en un webcast de un destino, para promover eventos dentro del mismo, o productos o servicios, resultará más interesante para las nuevas generaciones. Una conferencia que pueda seguirse vía podcast, ya sea a través de un i-pod o mientras se trabaja en la oficina; un organizador de eventos que cuente con un blog en el cual narre experiencias de éxito o retos por asumir; las posibilidades son enormes, no sólo para percibir a nuevas generaciones, sino para optimizar los recursos en pos de una promoción de boca en boca (que, dicen, es la mejor), pero realizada de manera institucional, por el propio vendedor.

En la medida en que entendamos que las nuevas tecnologías no vienen a sustituir la necesidad de encuentro físico, sino a complementarlo, la industria será capaz de adecuarse a las necesidades del presente, y del futuro. Si, por el otro lado, la tendencia sigue siendo ver a las tecnologías como competencia, el 12% de empresarios que han decidido dejar de ir a expos por considerarlo innecesario, irá creciendo de manera alarmante.

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